En las mitologías del mundo no existen muchos dioses de la Poesía, al menos no de ella en particular. La única excepción que conozco es el dios nórdico Bragi, tal vez por la importancia que los antiguos escandinavos le daban a tal arte.
Según las leyendas, Bragi era hijo de Odín, aunque no resulta claro si su madre fue Frigg o Gunlod.
Su nombre derivaría de “bragr”, palabra nórdica para Poesía. Sin embargo, Bragi no sólo era su dios sino también el patrono de los poetas.
Se sabe que habitaba en Asgard, que se casó con la diosa Idunn, y que además de sus artes poéticas era reconocido como sabio y elocuente. Fue el encargado de enfrentar al dios Loki para notificarlo del desagrado que los dioses sentían hacia él, y estaba bajo su responsabilidad ofrecer una copa llena a quienes llegaban al Valhalla.
Su afición a la lírica habría comenzado apenas nacido, cuando los enanos de la cueva en la que había sido depositado, le regalaron un arpa de oro.
Mitologías aparte vale la pena resaltar la figura de un dios de lo inmaterial en medio del mundo repleto de frivolidad en el que vivimos.