Cuando acabe la pandemia muchos de nosotros haremos un balance de la situación y examinaremos el pasado cercano bajo la lupa de nuestra única y exclusiva visión de los acontecimientos.
Habrá quienes encuentren motivos para ser optimistas, y habrá otros que hayan experimentado eventos que no han podido llevarlos a otro puerto que la desolación.
Durante las guerras se escriben poemas de guerra, y en tiempos de paz se escriben versos de amor. Resultaba previsible, entonces, que en estos tiempos se escribiera sobre el coronavirus.
De todos los poemas sobre este tema que he leído, uno de los más bellos es de Georges Szirtes llamado, precisamente, Covid–19:
Covid-19
Ahora aquí estamos en cuarentena, nuestros oídos
aguzados hacia los pasos que nos acechan.
Observamos el paso del autobús vacío
como un fantasma portador que aparece
y se desvía a nuestro alrededor sonriendo mientras avanza.
En otros lugares, los pobres se apiñan en sus habitaciones
para observar desde edificios que apestan demasiado a tumbas
destinadas a ellos, mientras el virus arroja
su red a través de todo el inmueble, como humo.
Observe, Alteza, cómo algunos de ellos permanecen
aún más pobres, y mientras usted y yo deberíamos vivir,
la supervivencia será más difícil de perdonar
aunque más tarde podría servir como humor negro,
que usted, Alteza, bien podría explicar.
Covid-19
Now here we are in quarantine, our ears
sharpened to the footsteps stalking us.
We watch the passing of the empty bus
as one more phantom carrier appears
and swerves around us grinning as he goes.
Elsewhere the poor are jammed into their rooms
to gaze from blocks that reek too much of tombs
intended for them, while the virus throws
its net across the whole estate like smoke.
Observe, Highness, how some of them remain
still poorer, and while you and I should live,
survival will be harder to forgive,
though later it might serve for a black joke,
that you, Highness, might very well explain.