Descubren al personaje que inspiró al Quijote

Por Carme Mayans.

En su obra maestra Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes recrea, como nadie, hechos y situaciones que han pasado a formar parte de la historia de la literatura universal. Pero algunos de los acontecimientos que narra y algunos de los personajes que aparecen en su obra al parecer fueron reales. Eso es lo que cuenta el archivero e investigador Javier Escudero, que ha escrito un ensayo sobre el célebre hidalgo manchego, Las otras vidas de Don Quijote, que está a punto de publicarse.

Según este investigador, Cervantes mantuvo largas conversaciones con un vecino suyo de Esquivas, en Toledo, un hidalgo llamado Alonso Manuel de Ludeña, que al parecer le contó algunas anécdotas y le habló de ciertas personas que Cervantes acabaría incluyendo en sus obras (no solo en El Quijote). «No todo es como se nos había contado. Cervantes es un escritor organizado e informado, y la novela es verosímil y creíble. Su forma de escribir es como la de otros escritores, conoce a una serie de personas, le parecen interesantes y las incluye en sus novelas», afirma Escudero.

Javier Escudero ha estudiado durante dos décadas, en archivos parroquiales, diocesanos e históricos de diversas localidades, miles de documentos de finales del siglo XVI relacionados sobre todo con procesos judiciales, y en ellos ha podido descubrir multitud de personajes, hechos y lugares que se reflejan tanto en las páginas del Quijote como en otras obras de Cervantes, como La fregona, La gitanilla, Rinconete y Cortadillo o El retablo de las maravillas. Escudero ha podido comprobar que en estos archivos se recogen, entre otras peripecias, situaciones que aparecen en El Quijote, como la aventura de un hidalgo que atacó un molino de viento, la de otro que compró un rocín que se le cayó o la historia de los hidalgos que vestían como si fueran caballeros medievales.

Pero para este estudioso, que dice que con su investigación no pretende poner en duda la creatividad de Cervantes (aunque sí le ha permitido comprobar que el autor ni improvisaba ni era contradictorio, sino que, por el contrario, era concienzudo y coherente), queda claro que Cervantes no plasma sus personajes de un modo literal ni cuenta sus biografías, sino que los usa para hilvanar su novela: toma nombres y hechos reales para crear una historia ficticia, pero eso no quita valor a su obra.

¿Y qué sabemos del «informante», del hidalgo Alonso Manuel de Ludeña? Según Escudero, este hombre, natural de Quintanar, vivió en Esquivias entre 1594 y 1607, y fue vecino de Cervantes, que pasó largas temporadas en la localidad. En esta población toledana, Ludeña tuvo una casa con cueva, y sabemos que conoció al escritor porque arrendó tierras a un tal Lope de Vivar Salazar (cuyo hijo fue heredero de Cervantes) y vendió otras propiedades a Gabriel Quijada de Salazar, que era hijo de Alonso Quijada, casero de Cervantes y de quien se cree que tomó el nombre del protagonista de su obra: Alonso Quijano.

Asimismo, los lugares que Cervantes recrea son reales, aunque él probablemente nunca los viera. Por ejemplo, cuando habla de Quintanar, El Toboso o Campo de Criptana, tierra de molinos de viento, estos parajes, según el investigador, posiblemente le fueron descritos por Ludeña. «El realismo en situaciones, personajes y aventuras del Quijote empieza desde la primera página; no en la segunda parte, como se nos ha dicho. Sabemos que, escribiera donde escribiera El Quijote, Cervantes lo gestó tranquilamente, en largas conversaciones con Esquivias», concluye Escudero.

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