El pasado 23 de julio se ha recordado en Argentina el Día del Payador. La fecha conmemora a quien fuera, probablemente, el mejor payador de estas tierras, Gabino “el Negro” Ezeiza.
En la fecha citada, el argentino se batió en un duelo verbal y musical con el oriental Juan Navas en Paysandú. Tan importante fue aquel hecho en el submundo de las payadas, que, desde 1996, se conmemora en esa fecha el Día del Payador.
Gabino Ezeiza había nacido en el barrio porteño de San Telmo el 3 de febrero de 1858, y vivió en Floresta hasta el día de su muerte, el 12 de octubre de 1916. El cantante y compositor fue uno de los precursores de este género narrado. Empezó a darle cuerpo a la payada para luego profesionalizarla, introducir el contrapunto (la payada a dúo o duelo cantado), y payar por milonga. Así obtuvo la popularidad, además de ser autor de más de quinientas composiciones.
La payada, asociada a las pulperías, al gaucho y al trabajo del campo, tiene en Gabino Ezeiza, un porteño descendiente de esclavos africanos, a su referente indiscutible.
Así como el payador del campo utilizaba la payada como forma de expresar sus sentimientos y la realidad que le rodeaba, este artista tiene la habilidad de elaborar la historia, la rima y el canto sobre lo que sucede en el momento en el que está payando o sobre temas que le propone su público. Por lo general, acompaña con guitarra sus versos octosílabos. El tema se presenta en los primeros cuatro versos y se desarrolla en los seis restantes; el pensamiento contenido en la estrofa debe concluir en el décimo verso.
El género fue desarrollado también por otros cultores, como Pancho Luna o Pablo Vázquez, quien lo retó a un contrapunto en el Teatro Florida de la ciudad de Pergamino en 1894. Todos ellos son hoy nombres indiscutibles y referenciales de la payada, un género ya poco abordado pero todavía vigente en la memoria popular.