Cuando Derek Walcott ganó el Premio Nobel de Literatura en 1992 muy pocos conocían su nombre. Sin embargo, como en tantas otras ocasiones, el desconocimiento del público en general no mermaba el talento del artista.
He leído algunos de sus libros, y sin embargo, el poema suyo que más me ha gustado, titulado “El amor después del amor” lo hallé por casualidad como un comentario en una disertación que poco tenía que ver con la poesía.
Un tiempo vendrá
en el que, con gran alegría,
te saludarás a ti mismo,
al tú que llega a tu puerta,
al que ves en tu espejo
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fuiste tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.