El superpoder de escaparse un ratito del mundo

Por Giuliana Piantoni.

Para Jorge Luis Borges, de todos los instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso era el libro. Razón no le faltaba. ¿Cuánto evolucionó el diseño de los libros en los últimos mil años? Se ve que si algo está bien hecho desde el principio, no necesita cambios.

A lo largo de nuestra historia, el libro se convirtió en un objeto que va más allá del entretenimiento o la información: es la forma que tenemos de conectar con otras personas a través del espacio, el tiempo y las culturas. Y sin embargo, a diferencia de otras plataformas (digitales, por ejemplo) con las que se comparte este objetivo, es una de las pocas que están inherentemente relacionados con el silencio, con la reflexión interna.

¿Por qué si no, parece tan cautivadora observar a una persona absorta en la lectura y -se dice- tan poco interesante mirar a alguien mirando el celular?

Uno puede dialogar internamente con otras generaciones, personas de otros países y épocas, responder en su mente a las dudas que nos dejan e incluso descubrir algo de nosotros mismos en ese viaje, todo sin salir de nuestra propia cabeza.

Ahora, si levantamos la cabeza ¿cómo impactaron estos últimos años de pandemia a nuestros hábitos de lectura? Indagando un poco, encontré la feliz noticia de que en España la industria librera había sido una de las menos impactadas por el coronavirus (cayó apenas un 4% en 2020).

A pesar de compartir el mercado de libros en castellano, el panorama en Argentina no fue tan favorable. En 2020 las ventas de libros cayeron hasta un 30% en 2020 (según la Cámara Argentina del Libro).

Sin embargo, no todas fueron pálidas. La industria repuntó en 2021 (más aún con la expectativa de la Feria del Libro de Buenos Aires) y se intensificó el nicho de mercado menos pensado por muchos libreros: los jóvenes se acercaron mucho más a los libros y hubo un boom de los títulos juveniles, tanto en las búsquedas online como en eventos virtuales. La lectura es sabiduría, conocimiento, imaginación… y poder.

Will Smith, de quien mucho se ha hablado en estas semanas a raíz de su desliz en los Oscars, dijo una vez una frase que seguramente en estos momentos le debe venir muy bien. Ante la pregunta de ¿por qué leer?, el actor respondió: «No hay problema alguno que puedas tener que no haya tenido otra persona antes en la historia de la humanidad y que, muy probablemente, haya escrito un libro al respecto».

A pesar de las creencias y de ciertos datos, el libro no parece ser un objeto que nos vaya a abandonar en el corto plazo.

A la lectura se le asocia a cierto elitismo o erudición snob, pero nada más lejos de la realidad: quien lee encuentra silencio en el ruido, compañía en medio de la soledad y consuelo en medio de la incertidumbre.

Leer es escaparse un ratito del mundo por la ventana que abren los libros. Y tenemos el derecho, el placer, de hacer de eso algo propio.

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