Lo primero que conocemos de un escritor o escritora es su nombre. Pero si nos quedamos sólo con ese dato nuestro vínculo va a ser distante, cuando no indiferente o nulo.
Lo segundo que solemos conocer es su obra o, mejor dicho, parte de ella, desde un título hasta algo de su producción.
En tercer lugar solemos ver alguna fotografía o video de él o ella, especialmente en estos tiempos actuales, hijos de una cultura audiovisual.
El último sentido que ejercemos es el de la audición.
Cuando se lee un artículo sobre una persona dada suele ilustrarse el mismo con alguna fotografía. Esto es así dado que la imagen vincula, acerca y personaliza. Estas características se refuerzan con el oído. Poder escuchar a alguien a quien admiramos nos ofrece una dimensión mucho más amplia de su personalidad.
¿Qué no daríamos por escuchar una sola palabra de Verne, Petrarca o Quevedo?
Gracias a Internet, hoy podemos disfrutar de varios recursos audiovisuales, algo que anteriormente resultaba de muy difícil concreción, conviertiéndose en una suerte de audioteca pública que está al alcance de todos.
En esta ocasión dejo tres pequeñas muestras de las voces de igual número de renombrados autores latinoamericanos: Benedetti, Borges y Cortázar.