Si a cualquiera de nosotros nos preguntaran acerca del primer escritor de nuestro país seguramente la respuesta tardaría en llegar -en el mejor de los casos-, o directamente no habría contestación.
Para muchos argentinos el nombre de Luis José de Tejeda es desconocido. Y, sin embargo, la cultura nacional le debe no poco a este cordobés nacido en 1604 y muerto en 1680. Y es que fue el primer poeta nacido en territorio argentino.
Su poesía se enmarca dentro de la Literatura del Barroco desarrollada en la colonias españolas de América, y su estilo fue influido por los autores de esa época en el viejo continente, especialmente por Luis de Góngora y demás culteranistas.
Si bien el nombre de Luis de Tejeda era conocido como uno de los primeros intelectuales de Córdoba, sus composiciones fueron descubiertas recién a comienzos del siglo 20, cuando se las procedió a editar.
Muchas de ellas son de carácter místico, propias de la religiosidad de la época, pero también por su propio sentimiento cristiano -finalizaría sus días como monje dominico-: Soneto a Santa Rosa de Lima, El árbol de Judá, Romances al Niño Jesús, entre otras.
Tuvo una vida agitada, desarrollándose entre el comercio, su vocación piadosa, la política y las armas. También, una tormentosa vida amorosa.
La editorial Alción ha reeditado, no muchos años atrás, dos volúmenes de su obra poética: “Casos y ejemplos” (1994), y “Poesías líricas” (2012), una buena oportunidad para descubrir a este ignoto e ilustre cordobés.
Soneto a Santa Rosa de Lima
Nace en provincia verde, y espinosa,
tierno cogollo apenas engendrado
entre las Rosas sol es ya del prado,
crepúsculo de olor, mayo de Rosa.
De los llantos del Alba apenas goza,
quando es del dueño singular cuidado
temiendo se le tronche, o rudo arado
o se le aje mano artificiosa.
Mas ya que del cairel desaprisiona
la virgen hoja, previniendo engaños,
la corta, y pone en su guirnalda o zona.
Así esta virgen tierna en verdes años
cortó su Autor y puso en su corona:
¡oh bien anticipados desengaños!