No soy un lector asiduo de novelas negras, pero no por ello puedo dejar de reconocer que Mi ángel tiene alas negras, de Elliott Chaze es uno de los mejores exponentes del género.
La configuración de la trama basta para atrapar a cualquier lector exigente. Y el relativo desconocimiento de su autor, para que la satisfacción sea aún mayor.
Pero el libro tiene otras virtudes, evidentes logros que hacen de su lectura una experiencia exquisita: el acierto en los nombres de sus protagonistas, por ejemplo, Tim Sunblade y Virginia. O el hecho de estar relatado en primera persona. También, el tempo narrativo exacto, y hasta ciertas frases antológicas, como “Nunca has oído una sirena hasta que sabes que te está buscando”.
Es que, cuando los protagonistas son antihéroes que muestran el otro lado de una sociedad tradicional, todos nos sentimos un poco perplejos.
Porque, probablemente, del otro lado de la ley la vida y hasta el mismo amor sean más intensos.