Testamento de un hombre desesperado
Desde que tengo memoria me fascinaron las historias apocalípticas. Esa afición por lo catastrófico del final de la Humanidad siguió trabajando en mí de manera inconsciente durante muchos años, y me sirvió de elemento enmarcador cuando cierto día me descubrí escribiendo esta historia acerca de un hombre que una mañana despierta, y reconoce haberse convertido en el único ser humano sobre la faz de la Tierra.
Comencé a escribirla en una máquina Olympia Splendid que era de mi padre, y tardé seis meses en finalizarla.
Desde ese día, nunca más volví a leerla de manera completa, pero cuando le echo un vistazo a algún párrafo, me suele parecer bastante aceptable, teniendo en cuenta que siempre fui un autodidacta, y que ésa era mi primera experiencia con la narrativa.
Voces en el paraíso
Después de tanto leer realismo mágico, la temática finalmente se abrió paso en mí.
La novela es la historia de un poblado en algún lugar de la Sudamérica colonial, aislado del mundo exterior a causa de una guerra que había durado tantos años, que los pocos que sabían cómo llegar a él, hacía mucho tiempo que habían fallecido. Hasta que hubo alguien a quien se le ocurrió que, tal vez, no era cierto que la guerra continuara.
Los victimarios
Es la historia de una venganza; la venganza de la sociedad argentina del siglo 21 contra su clase dirigente; una venganza urdida silenciosamente a través de décadas de injusticias y sometimientos, y que a veces se parece a mera revancha, pero otras, muchas, a una justa reivindicación.