Oda a la inmortalidad

Muchas veces la buena literatura nos llega por los caminos menos esperados. Recordé esta sentencia viendo la película “Pienso en el final”. En ella, uno de los protagonistas menciona el famoso poema de William Wordsworth “Oda a la inmortalidad”.

No resulta casual que tanto el protagonista como su compañera de ocasión, a quien va dirigida la mención, sean personas jóvenes. Y es que los versos de Wordsworth siempre han causado una especial atracción en quienes están empezando a desandar el camino de la vida.

Un fragmento de este poema también había sido leído por Natalie Wood en la recordada película de Elia Kazan “Esplendor en la hierba”.

Recordemos, entonces, los versos del autor de “Baladas líricas”:

 

Aunque el resplandor que

en otro tiempo fue tan brillante

hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no

puedan ver ese puro destello

que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque nada pueda hacer

volver la hora del esplendor en la hierba,

de la gloria en las flores,

no debemos afligirnos

porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo…

En aquella primera

simpatía que habiendo

sido una vez,

habrá de ser por siempre

en los consoladores pensamientos

que brotaron del humano sufrimiento,

y en la fe que mira a través de la

muerte.

Gracias al corazón humano,

por el cual vivimos,

gracias a sus ternuras, a sus

alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer,

puede inspirarme ideas que, a menudo

se muestran demasiado profundas

para las lágrimas.

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