La premonición de Catulle Mendès

La premonición de Catulle Mendès acerca de su propia muerte es una de las predicciones más famosas de la historia de la Literatura.

Todo empezó una madrugada de febrero de 1899. El escritor se despertó sobresaltado debido a una pesadilla en la que se había visto a sí mismo, en plena noche invernal, agonizado durante horas en la oscuridad de un túnel. En su sueño, él gritaba pidiendo auxilio, pero no había nadie que le pudiera ayudar. Siente que se está desangrando, que va perdiendo las fuerzas, y que poco a poco se acerca su muerte. Así se lo confirma una voz que le dice: Esto es el fin. Después de escuchar esta frase Mendès se despierta entre temblores y pone por escrito todo lo que ha sentido para que ningún detalle se pierda en su memoria. Más tarde lo volvería a relatar con pelos y señales a sus amigos y compañeros de tertulia.

En ese momento, ninguno de ellos creyó que aquella pesadilla no fuera algo más que un mal sueño. La historia hubiera quedado en una anécdota de no ser porque el cuerpo sin vida de Catulle Mendès fue descubierto el 7 de febrero de 1909, justo diez años después de su terrible premonición, en un túnel de ferrocarril de Saint-Germain-en-Laye. En un principio se sospechó que Mendès había abierto intencionalmente la puerta de su vagón y que se había arrojado a las vías para suicidarse, pero después de una investigación policial se averiguó qué es lo que en realidad le había ocurrido al viajero. El escritor salió de la estación de Saint-Lazare de París a las 12:13 horas para regresar a su casa en Saint-Germain después de haber cenado con sus amigos. Parte del viaje lo pasó durmiendo en un vagón en el que se encontraba solo. El tren se paró a la entrada de un túnel y Mendès, en un estado de duermevela, creyó haber llegado a su destino, así que sin pensarlo dos veces abrió la puerta para apearse con tan mala suerte de que en ese instante el tren reanudó su marcha y perdió el equilibrio cayendo a la vía. El convoy, que estaba ya en movimiento, le seccionó un pie.

A continuación, la escena del sueño, que había tenido diez años antes, se reprodujo con sorprendente exactitud: de noche y en un oscuro túnel, Mendès agonizó durante horas, desangrándose y pidiendo auxilio sin que nadie fuera a socorrerlo. No se sabe con certeza, ni se sabrá nunca, pero es muy posible que el último pensamiento que pasara por su cabeza antes de morir fuera: Esto es el fin.

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